viernes, 29 de julio de 2011

sin lentes...vale la pena.


A veces la realidad se presentifica, me corta el cuerpo y no lame las heridas que deja. Perra.
Me gusta caminar sola por las calles abarrotadas de olores, palabras,roces, empujones,viento y velocidad;me gusta caminar en contra de la masa, del cuerpo compacto de la gente citadina; me gusta levantar la barbilla y hacerlo con ritmo, como si sonara sweet little angel fuerte, muy fuerte.
Y avanzar sobre mis tremendos tacos ,casi bailándole a la semana...doliéndome.
Y abrir y cerrar mis ojos cargados de rimmel viejo, con el sol de frente.
Y con mis manos enguantadas en cuero, adentro de los bolsillos de un largo gamulán abierto, dejando mostrar mis piernas, mis medias, mis muslos fríos y activados por el movimiento.
No ver a nadie. No detenerme. Imprimir ritmo al tranco hasta casi no poder parar. Sonreír a tanta nada y dejarme envolver en la chalina verde.
Centrarme en la eterna pasarela de la calle y dejar caer al paso mil cuerpos inestables ante la pasión del que lleva la contra.
Pero una hembra segura , una heroína...no dobla.
Mi ciudad es muy chica, son tres las cuadras del centro, hay que doblar o volver con la masa, en su misma dirección...
Me tengo en la esquina del fin. No quiero doblar por una transversal. No voy a volver hacia donde van los todos.
Fue tanto el dolor por tanto real que esa tarde pude volar.

miércoles, 20 de julio de 2011

por 200 pesos


Me corté el pelo. Corté con noches vacías desesperando algún sentido. Corté con amigos que no son y que me cuesta dejar. Con discos que no emocionan y libros políticamente correctos. Con vestidos que se cubren de rubios blondos y con rastas. Corté con escenas que no fueron, con las que fueron y las que no debí haber permitido que sean.Elegí una tijera mediana pero experta y decidí hacerlo de una vez y por todas...casi como nunca.
Me corté el pelo con miedo, a propósito...para recorrer una vez más el precipicio a velocidad. No miré revistas, no llevé modelos, no era como otra, ni parecido al de tal. Me corté y frente al espejo con mi largo rubio mojado cerré los ojos y sonreí con las manos duras tratando de creer que era lo mejor.
Me corté en largos minutos y el calor de un aparato echa viento me mareó, haciéndome creer que el pasado lo enterré y que se viene lo nuevo, la luz, el cambio, un renacer.
Me corté y él no lo notó. Mi vecino no me dijo palabra al respecto, mi amiga me encontró algo raro y aseguró que estaba más gordita.
Mis espejos me reconocieron, me recordaron las mismas miserias, los mismos dolores, iguales sensaciones y mi misma historia.
Hubiera ido a una clase del arte de vivir...

El pragmatismo de un poema en 2017

Como lo dijo Juan... La poesía no sirve para nada. No impone ternura ni abrazos. No llega a tiempo, ni desfibrila. La poes...